¡CÓMO HA CAMBIADO EL CUENTO!
He gastado tanta pena durante los cinco años que pasé junto a ella, que ni siquiera me ha pesado leer la melancolía en su mirada opaca, mientras su marido le daba abrazos y nos lanzaba, el muy ingenuo, preguntas educadas. Por fin había cumplido con los deseos de sus padres: dejarse de tantas amigas y echarse novio. Si ellos supieran…si imaginasen si quiera que era yo quien iluminaba con estrellas tus ojos, ahora muertos y perdidos, los ojos de su hija bien casada.
Mi espalda bien. Gracias. He adelgazado un poco y ya no tienen que operarme. Se ve que arrastrar su armario durante tantos años, me lastimó.
Yo no he tenido que salir de ningún sitio. He tenido la fortuna de tener, yo sí, a los padres perfectos que me han hecho fuerte y me han dejado ser, “La Lola y el Santi”.
Después del encuentro casual, volvemos a casa. De la mano, comiéndonos a besos. En nuestra casa también somos tres: dos princesas locas de amor y un perrito recién adoptado que casualmente se llama lobito.
¡ Joder cómo ha cambiado el cuento!
Espero que ella pueda llevar el peso de su armario sola.
Yo ahora vivo el cuento de amor que merezco. Con una princesa tan valiente como yo, capaz de matar miedos, monstruos y dragones por mí y junto a mí.
Lo demás no importa ya. Es una historia pasada.
Cada uno escribe la suya.