COPLA

Me he criado rodeada de música.Cierro los ojos .Desde la ventana del dormitorio en el que duermo en vacaciones, Juana, una de mis vecinas canta con voz quebrada “Y sin embargo te quiero” Anoche, pensando sobre qué escribir, me visitó su voz.

Victoria Fortún
3 min readJan 4, 2021

Yo era una niña buena. La niña destinada a cuidar de mis padres. Me presentaron a un concurso de jóvenes talentos y quedé la primera. Era perfecta. Hecha a base de órdenes y consejos fabricados para ser lo que ellos quisieran. Había que cantar, pues cantaba.

Gracias a mi abuelo estudié una carrera: filología italiana.La pandemia cerró los tablaos donde trabajaba los fines de semana, cantando coplas.Pero yo seguí ganando dinero a base de mis traducciones, teletrabajando.

En esos días, sin salir de casa.Recordé con nostalgia lo más bonito que he vivido: mi amor con Alberto.

Le conocí una noche de copla.Y fue como en una de mis canciones: intenso.Un amor profundo de un hombre maduro y una joven con obligaciones. Me sacaba quince años y los colores. Tuve ganas de vivir lo que él me dió.Desgraciadamente no era de mi tierra, de mi Andalucía bonita. Era comercial y se desvivía por mí, por hacerme crecer y comprender que conseguir ser feliz, pasaba por tomar mis propias decisiones.Pero mis padres no lo comprendían. Era tanto el dolor que sentí al dejarlo que nunca he podido perdonar a mis carceleros. Porque descubrí que en verdad lo eran.

Todo se precipitó. De él me quedó Copla, mi cachorra de Golden, que creció conmigo, haciendome compañía en los días más duros: despedir a mi abuelo que se fue de viejito y después a mi madre víctima del virus. Justo a los 6 meses mi padre se ha ennoviado con otra.

¿Y yo?

Yo ya no soy la niña buena. He alquilado un apartamento durante un mes en Madrid. He hecho mis maletas y salgo con rumbo fijo, a buscar a mi amor. Voy a pedirle perdón por rechazar sus mensajes, por haber estado más tiempo sobre el escenario, digna, con mi bata de cola y mi clavel, que entre sus brazos, con melena suelta y al abrigo de una de sus camisas. Vengo dispuesta a pedirle perdón y ¡que salga el Sol por Antequera!

Si está con otra me alegraré.Si no está en casa, haré guardia hasta que vuelva. Porque eso es el amor. Dar sin importar lo que recibes. Es una mezcla entre “Y sin embargo te quiero” y “Voy a perder la cabeza por tu amor” . Todo eso lo ha sufrido él.

Ni siquiera tuve valor para mirarle a esos ojos claros que tiene y sacarle de mi vida. Le saqué con un mensaje. Poca clase. Poca valentía tuvo la folclórica.

Vive en una casa baja, cerca de un bosque. Su coche está en la puerta.

Respiro hondo.Llamo a la puerta. Copla junto a mí mueve el rabito.Llamo otra vez y mi voz interior canta:

Te quiero más que a mi vida. Te quiero más que a mis ojos, más que al aire que respiro y más que a mi propia vida”

La puerta se abre justo cuando me he dado la vuelta para marcharme.

Le oigo saludar a la perrita. Me vuelvo. Me mira. Mira a mi compañera de cuatro patas.

— ¿Copla? — pregunta

Copla la que quiero cantarte yo, mi vida — pienso.

— Pasad — dice .— Hace frío.

Y yo, sin clavel, sin escenario ni canción que cantarle, deseo que empiece la función.

--

--

Victoria Fortún
Victoria Fortún

Written by Victoria Fortún

Me gusta contarme historias y por eso las escribo. Mi cerebro bulle . Estornudo letras. Invento ficción para no morir de un cólico de realidad.

No responses yet