CUCHARA DE MADERA

Victoria Fortún
3 min readNov 12, 2020

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Esta mañana he tenido que madrugar mucho. La casa estaba silenciosa. Trataba de orientarme a oscuras y en silencio para que mi amor durmiera una hora más. Me he metido en la ducha. He preparado un té calentito y mientras lo tomaba, se me ha venido la idea a la cabeza de cómo vagamos a oscuras por la vida, adaptándonos a la sombra, sin encender la luz de nuestras aspiraciones, de nuestros sueños y pasiones, andando de puntillas para no molestar.

El blog de hoy está dedicado a una luchadora llamada Mar Hernández, a quien podréis encontrar en varias redes ( Blogspot, Instagram y Youtube) con el nombre de Unavascaenlacocina. Un ejemplo más de cómo se logran los sueños si de verdad los persigues.

CUCHARA DE MADERA.

Perseguía y miraba con atención a su madre. Desde que era un retaco, acercaba una silla a los fogones y se subía de pie, a observar. Las frases que más escuchaba eran:

“ ¡Sal de aquí! ¡Te vas a quemar!”, pero no se rendía.

El ADN vasco no es un tópico en su caso y lleva el gusto por la cocina implícito. Su madre Julia, la contemplaba moviendo el arroz con leche con la cuchara de madera, sobre una silla y un día, cuando Mar tenía apenas 8 años, se rindió a la evidencia de que los ojitos de su hija sonreían cerca de un guiso, más que si vieran un juguete nuevo. Ese día con su ayuda, Marita preparó la comida para todos, sus primeros macarrones al horno.

Mar nunca ha olvidado aquel primer menú, ni la cara de orgullo de su padre, Agustín, que decidió que la niña iba a estudiar cocina. En cuanto tuvo edad suficiente, Mar empezó a estudiar para ser maestra de pucheros, directora de sartenes y cortadora fina de carnes y pescados. Pero no pudo ser. Agustín se puso malito. Pasó por una enfermedad y una operación y Mar postergó su sueño para trabajar y ayudar en casa.

Su sueño quedó dormido. Durante muchos años, demasiados. Siempre había algo que requería su atención. Se casó, tuvo hijos y trabajó en sectores totalmente diferentes a lo que le hacía vibrar.

Agustín de vez en cuando le recordaba que debía volver a retomar su ilusión. Mar empezó a escribir sus recetas en una libreta y después en un archivo de ordenador que se estropeó. Hacer lo que le ilusionaba se resistía.Lo veía aparecer y desaparecer. Su admirador, su padre le repetía: “ Escribe las recetas Marita, que un día tu madre va a perder la memoria y si no tengo recetario, voy a pasarme la vida a bocadillos”

Pero su apoyo, su pilar, su fan número uno murió en septiembre de 2010 y con él, se llevó parte de su corazón y su desafío se alejó de nuevo.

Diez años después, sin su papá, Mar, animada por su marido y sus hijos, ha encendido la luz de su mirada.

Queridos Agustín y Julia: la niña ha vuelto. Su fuego interno es capaz de prender mil fogones, sus manos redonditas mueven la cuchara de madera otra vez. Ya no se quema, quema etapas, paso a paso superándose.

Hace meses, pocos, le dije a Mar que la vería en Youtube y ella dijo que eso era muy difícil.

“Visualízalo y dale una vuelta”, le pedí

JaJaja.

Gira, gira y gira su cuchara de madera.

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Written by Victoria Fortún

Me gusta contarme historias y por eso las escribo. Mi cerebro bulle . Estornudo letras. Invento ficción para no morir de un cólico de realidad.

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