DOS LOCOS Y UN CUENTO POR ESCRIBIR.
Creo que en este mundo de cuerdos, hacen falta más locos. Si los que se supone que defienden la libertad lo hacen quemando el mobiliario público que pagamos todos, si el amor ponerse aprueba en una isla llena de pivonazos que consiguen tentar algo que es inestable (las mentes) si triunfar es ser un banquero, un corrupto o una figura que debería ser histórica y es falsedadpura…¿Qué nos queda? La fantasía. Bienvenidos.
Nos sentaron uno frente al otro.Llevabamos las camisas de fuerza muy flojas. Nos creían ya sumisos, como esos elefantes a los que desde cachorros los atan a una argolla y cuando pesan miles de kilos siguen creyéndose presos.
Levanté la vista con miedo. Clavó sus ojos en los míos al mismo tiempo.
Fue increíble, pero no tanto como escuchar su voz en mi cerebro.
— ¿Por qué estás aquí? — preguntó.
— Desobediencia — respondí.
— No consigues adaptarte, ¿no?
Asentí.
— ¿No crees en el sistema?
— No.Quiero seguir leyendo, amar sin una pantalla por en medio, besar, soñar, cantar… — no me di cuenta de que yo también hablaba con el pensamiento.
— Tengo una enorme biblioteca en mi castillo — dijo.
— Amo leer. Podría pasar todo lo que me queda de vida leyendo.
— Si salimos de aquí te invito — sugirió.
— ¿Virtualmente? — pregunté.
Él sonrió
— ¿Tengo yo cara de hacer las cosas online?
No. No la tenía. Era más bien un tipo muy de los 80 con el pelo muy largo, algo de barba y, me fascinaba imaginarle sobre una Harley y vestido con los mismos vaqueros y una chupa de cuero.
Debió leer mi cerebro y sonrió.
— ¿Cómo te llamas? — preguntó
— Bella, ¿Y tú?
— Adam
Entonces caí.
— No jodas — protesté.
— No sé ya ni lo que es eso — respondió divertido.
— La Bella y la Bestia es mi película de Disney favorita. Pero desde ya te aviso que no me voy a dejar secuestrar ,ni vas a levantarme la voz, ni voy a consentir una sola rabieta de niñato melenudo.
— Lo entiendo. Pero mi biblioteca sigue a tu disposición. Lo peor que puede pasarte es que no te gusten The Doors, Queen, Muse…
— Me gusta Mozart, Debussy, Beethoven…
— ¡Eres una belleza muy culta! — exclamó.
— ¿Entonces?¿Cúal es el plan?
— Levántate. Sal tu primero y yo te sigo.Vamos a escribir nuestro cuento, juntos, seamos anti esta mierda de realidad.
Me adelantécon la duda de si vendría. Ya, hasta la capacidad de soñar me habían quitado en aquel centro para seres con demasiada imaginación. Llegó a mi altura. Poco a poco escapamos de todo: las camisas de fuerza, del miedo a lo nuevo y las normas impuestas.
Estamos locos.Sí.
¿Estamos solos?
No lo creo.