DÍAS DE DERMATITIS Y SEÑORAS QUE SACAN SU SACO DE MIERDA PARA COMPARTIR A PASEAR.
Hoy he tenido que ir al médico. La consulta telefónica de ayer con mi doctora no fue suficiente. Había que determinar que grado de gravedad tiene la dichosa dermatitis. Coincidiendo con Filomena y mi reclusión voluntaria para escribir, un sarpullido se ha afincado en mi cuerpo como si fuera la sede de una organización de capeas y actos varios.
Total, entro en el ambulatorio. Subo dos pisos andando mientras lamento lo mucho que disfruté de los mantecados navideños, acumulados todos en mi pandero. Llego jadeante a la segunda planta. Consulta 215. La puerta está cerrada.Tengo cita en 5 minutos.Al cuarto de hora sigo esperando. Me he llevado la tablet. Estoy leyendo las últimas páginas de una novela romántica sobre una damisela que ha sacado las uñas a un magnate griego que la creía tonta.
Hay una señora que viene de urgencia y me ha pedido permiso para pasar antes y una señora mayor que no dejar de joder. Sí. Perdón por el taco, Mamen. Pero es la única palabra que se me ocurre para describirlo, pagaré la multa de la hucha.
— Aquí, esperando,
¡Como si los demás no tuvieramos nada que hacer! — dice — levanto la vista y vuelvo a la lectura.
— ¿Por qué no se asoma usted a ver si la doctora está dentro? — sugiere la yaya a la señora que va de urgencia, quien abre la puerta y la cierra avergonzada porque la doctora está hablando por teléfono.
— ¿A qué hora dijo usted que tenía la cita? — dice en alto — Oiga, sí usted, la de negro (creo que soy yo). — Levanto la vista de nuevo.
— A las nueve, señora — contesto.
— Pues ya son las 9:30 — dice, y yo la ignoro.
— Ya — me está hartando.
— Que digo yo, que para esto que nos citen más tarde — insiste, mientras yo ya estoy rascándome el cuello con rabia y desazón.
— ¿No va usted a decir nada? — insiste. Miro fijamente en su dirección. — Deberíamos poner una queja.
BOOOM. |
SE ACABÓ
— Mire señora — respondo — .Creo que aquí estamos todos en la misma situación. La doctora está trabajando. Si tiene prisa, cuando me nombre a mí le cedo mis sitio porque veo que es lo que está buscando — le suelto, y muy ofendida contesta:
— ¿Yo?, yo solo quiero que el sistema funcione mejor.
— Y yo. Pero eso no se soluciona en la sala de espera. Se hace en las urnas. Se hace escribiendo sugerencias y se hace apoyando a los profesionales, teniendo respeto y educación. Ahora por favor deje de protestar.
De verdad, no soy de las personas que contestan porque luego me arrepiento. Menos hoy. Hoy no he podido aguantarme.He hablado en un tono moderado y con educación.Tengo una voz agradable, lo sé. Así que ha dado resultado. La señora de los huevos se ha quedado calladita y yo, durante diez minutos más, he estado metida en mi lectura, aunque es en mi fortucueva dónde quiero estar.
Quizá la señora tenía un mal día. Pues mire usted, se le ha empeorado. La he rogado que pasase antes con ironía, sarcasmo y ganas de patearle el culo.
Necesito una crema nueva y antiestáminicos y que por favor, la gente que tiene sacos de mierda mental para compartir con el resto del mundo, no coincida conmigo en unos días. Porque la dermatitis con el estrés empeora, vaya que si empeora.