EL SOL QUE LLEVAS CONTIGO.

¿Os he contado alguna vez que necesito días soleados?

Sí. Ya sé que soy muy pesada y que el otoño tiene su encanto. Caen las hojas, es el momento de tirar lo que no sirve, renovarnos y hacer dieta detox que el organismo seguro que agradece. Toda esa teoría colocada en fila es muy elegante.

Cada día estamos 24 horas más cerca del próximo verano. Pero no me consuela.

Esto es como el desamor. Trato de explicar a mi amiga, que quien se va, deja espacio a alguien mejor en ese lugar confortable que es su corazón, y que se ha quedado frío, porque vacío ya estaba aún con él. Querría que llegase a su vida un tipo que se gane el puesto con dignidad, sin egoismo, ofreciendo al menos lo mismo que ella da que es mucho más de lo que la sombra de hombre amargado que la rondaba está dispuesto a entregar.

Al mismo tiempo, al ver sus ojos inundados de sal y pena, siento que, aunque espera la llegada de la primavera, ella de momento quiere estar sentada sobre hojas secas, que ya no van a ser ni siquiera abono para una nueva planta. Hay personas de las que solo florecerán forúnculos y mala vibra.

¿Quién eres tú para obligarla a levantarse? — te preguntarás.

Nadie. Solo soy quien se cabrea y se remueve al pensar que no le dan el valor que tiene. Que no se recrean en su risa ni la persiguen, con lo guapa que se pone cuando se ríe.Que no agradecen sus conocimientos sobre un poco de cada cosa. Ni siquiera han mirado sus preciosas manos ni han elogiado sus habilidades.

No soy nadie. Pero por favor: levanta el culo de esas hojas muertas, que se las lleve el viento y se te enfría el trasero, la espalda y la autoestima.

Te acompaño a buscar un verano para que no vuelvas a atar tu corazón a un otoño feo y oscuro con cordones de dependencia y necesidad. Puede que te creas un otoño nena, pero escondes otras estaciones.

Ojalá descubras el Sol que llevas contigo.

Te quiero.