ERA NAVIDAD Y NEVÓ EN MADRID
Nieva en Madrid. Mira que suele hacer frío en Navidad, pero de ahí a nevar…
Despierta a Luisa. «Esto no nos lo vamos a perder» piensa.
Habla en susurros mientras la sacude suavemente.
— Levántate, está nevando — le dice, atusando un poco su pelo revuelto.
Se le iluminan los ojos. Saca las piernecillas de la cama y se pone de pie.
— ¡Es verdad! — dice mirando con los ojos brillantes de alegría a las puertas francesas del dormitorio que llevan al jardín.
— Si te abrigas bien, salímos a jugar. Pero no hagas ruido.
De nuevo, reconoce en ella una mirada , esta vez traviesa y llena de vida.
Revuelve el armario. Saca un gorro, una bufanda, un chandal de terciopelo rosa y del cajón, ropa interior. Entra en el baño.
Él no deja de ver la nieve caer. Hay algo mágico en ello. Le hipnotiza.
En un tiempo record, sale vestida, peinada y con todos los accesorios colocados. Se ponen el abrigo. Ella se ríe a carcajadas cuando los copos caen en su cara y se derriten.
— Shhhh le chista. Calla. Nos van a pillar.
La respuesta de ella es formar una bola de nieve y tirársela.
Comienzan una guerra de nieve. Olvidan todo. Gritan y ríen.
Alguien les ve desde dentro. Desde la cocina.
— ¡No me lo puedo creer!¡Van a coger frío!, verás cómo los vea Milagros. — hace ademán de salir a por ellos. Su compañera la sujeta del brazo.
— Déjalos. Un rato más.
— Nos van a echar la bronca.
— Tienen 85 años. Llevan todo el año encerrados. Han despedido a muchos de sus compañeros y por primera vez en muchos meses, están jugando. No pienso regañarlos. Es más — dice quitándose el delantal — voy a salir a jugar con ellos.
Y así, la bronca de Milagros, se repartió entre tres. Entraron en su dormitorio y se cambiaron de ropa. Una hora después bajaron a desayunar con sus compañeros y con una sonrisa de invierno congelada en los labios.
Era Navidad y nevaba en Madrid.