HISTORIA DE UN CRISTAL TALLADO POR EL MAR
SEGUNDA PARTE.
Ha huído de mí cada vez que he intentado acercarme. Estoy segura de que sabe que soy yo. Al fin y al cabo, es él quien me ha contratado y quien, mediante un mensaje en mi móvil me confirmó que había pasado la fase de prueba. Le escribí a ese número. Le llamé en una de esas noches en las que mi mente volvió atrás, entusiasmada por haber visto la luna reflejada en el mar.Sin embargo, han pasado los meses y en pocos días, si no hay noticias por parte de la dirección, tendré que dejar mi puesto. Ha sido una experiencia maravillosa. Me siento agradecida, pero quiero más. Le quiero a él.
Nada. Silencios y rechazo.
Sé que lo merezco. Demasiados años, todos desperdiciados por mi parte y bien empleados por la suya. No solo es guapo, disfruta con lo que hace, sonríe a los clientes, controla que no falte nada en el comedor y, hasta habla con mis alumnas cuando las ve cerca de la piscina. A mí ni mu.
Solo me queda escribirle. Al modo tradicional. Yo tengo algo de él. Le regalaré lo que siento en una carta, ya es la única forma de cerrar este episodio de mi vida, que parece una telenovela turca de lo mucho que se ha extendido en el tiempo. Alla va:
Mí querido David:
Este es un intento más para comunicarme contigo. Ya no sé qué más hacer. Hace tres meses llegué aquí, al pueblo de mis veranos infantiles y de mi primer beso. Dejé mi trabajo siguiendo el pálpito de que dar clases de yoga en el mejor hotel de este oasis podría hacerme feliz. Ahora sé que mi subconsciente tenía la esperanza de encontrarte. ¡Imagínate!
Casi me desmayo cuando te reconocí. ¡Tú! ¡Mi David!, eras el director del hotel. Fue maravilloso sentir también tu cara de sorpresa. En mí, sigue la que puse cuando nos besamos y me prometiste que algún día sería tu mujer.
¿Te acuerdas? Como regalo de esa boda simbólica junto al Castillo, me entregaste un cristal pulido por el mar. Prometí volver siempre a ti. Pero después, mis padres se separaron y todo cambió. He intentado hablarte, explicarte. Solo aparecías mientras estaba impartiendo mi clase. Me mirabas de lejos, esbozabas una sonrisa. Lo viste ¿verdad? llevo nuestro cristal. Lo engarcé en plata cuando empecé a trabajar. Es mi amuleto. Te vi el primer día mirarlo y luego a mí. Siempre que llegaba el verano, tu recuerdo se enredaba en mi memoria, como un alga traviesa. Sé que han pasado muchos años. Pero ninguna boca borró aquellos besos de yodo, llenos de agua salada del mar a mi llegada y de lágrimas a mi partida.
Mañana se acaba mi contrato. Dejaré la carta en recepción, y, te devuelvo nuestro cristal. Quisiera que un día me lo devolvieras y soñar que somos marido y mujer. Quiero quedarme aquí, en cualquier lugar de este pueblo maravilloso, pero contigo. Llévame al faro, vamos al Castillo. Tomemos helados , junto a la fuente, aspirando la mezcla de aromas de nuestro amor y los jazmines. Todas estas letras juntas te están gritando ¡Te quiero!
Llaman a la puerta. Y yo sonrío e imagino que ojalá fueses tú.
Por favor, sé tú.
Adiós.