INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD.
De cómo las personas acaban siendo personajes.
No me gusta mentir. Me parece un gasto de energía innecesario y agotador. Evidentemente, tampoco voy diciendo abiertamente todo lo que se me pasa por la cabeza. Si la gente a la que le caigo mal supiera lo que pienso, les caería mucho peor y, no es que quiera vivir en medio de un campo de batalla.
Las coletillas esas de “en confianza” “si puedo serte sincera…” me suelen oler a arma arrojadiza disfrazada de inocencia. Después de esas frases te joden vivo, pero como hay confianza y sinceridad encima te toca callar.
Pero claro, yo se supone que vivo en mi mundo de ficción, que medito, que hago yoga,práctico reiki y soy bastante comedida. De todos modos aclaro, soy Zen no idiota.
Soy capaz de leer la falsedad, de dejar pasar las ofensas y de morderme la lengua para no contestar lo que muchos merecen.
Si dejas que un idiota te lleve a su campo, al lugar dónde viven los cretinos, te ganan, seguro.
Por eso yo, me disfrazo de rarita, de bohemia, de tipeja aprendedora que sin querer colecciona y graba en su mente comportamientos y acciones: veo al que abusa de su poder y hace daño a sus subordinados. Veo al que bebe como si no hubiera un mañana, al abandonado por su pareja, a la que se ha rendido en el amor, al que espera encontrarlo. Huelo de lejos al que no me ve ni me saluda porque se cree muy por encima de mí.Escucho los egos de los que buscan atención y los silencios de los temerosos. Conozco putas que parecen monjas y escaqueados que parece que trabajan.
Y lo más alucinante de todo es, que cada cierto tiempo, la vida y las personas con las que me cruzo, pueden acabar siendo parte de uno de mis personajes.
Creen que estoy a su merced y, yo me callo y sonrío ahora bajo la mascarilla y, antes bajo la careta de mujer rara, tímida y rarita.
No miento, pero uso e interpreto la realidad.