KARMA.
Si lo que das te lo das, sería justo que lo que haces te lo hagas.
Este relato lo escribí hace años. La verdad es, que a veces me dejo llevar por las emociones y, pasa lo que pasa.
Primero empezó a perder fuerzas. Después se quedó prácticamente calvo…él, que presumía de su pelo negro y engominado.
Cuando ya sólo se miraba de pasada en el espejo, las manos se le
cubrieron de enormes verrugas. Ningún médico le supo dar solución.
Parecía que ya las cosas no podían empeorar. Pero lo hicieron. No volvió a tener erecciones.
¡Su juguetito no funcionaba!
Antes tenía una agitada vida social. Ahora su agenda estaba llena de citas médicas. Y el insomnio de la noche le susurraba el recuerdo de aquella chica que, hecha un ovillo en el portal donde la dejó tirada después de ultrajarla y forzarla, levantó la cabeza y con voz dolida
le gritó: ¡Yo te maldigo!