LA EXTRAÑA PAREJA

«No hay tiempo que perder» pensé muy contento.

Se daban todas las condiciones para darnos a conocer. En plena celebración, el grupo de 15 entre jóvenes y no tan jóvenes, bebía, charlaba, fumaba y cantaba. Tenían las mentes ausentes, las bocas expuestas y los cerebros en modo avión, sin protección ni cobertura. Se estaban divirtiendo, pensando en ellos mismos, en que la vida era corta y solo había una.

Íbamos en pareja.

¡Mira que era extraño y excitante tándem hacemos!

La miré, porque me gusta verla en acción.

— Yo pongo el contagio y tú la guadaña — sugerí.

Ella asintió, miró la corona que me da nombre y me sonrió juguetona. Siempre le ha gustado mi corona, y a mí su guadaña.

Tres murieron un mes después. Cinco apenas tuvieron síntomas pero contagiaron a varios familiares. De ellos, los que eran mayores no sobrevivieron. Uno aún está ingresado. El que se fue tras la primera copa aún lamenta haberse creído más listo que yo.

Y ¿Qué ha sido de nosotros?

Seguimos saliendo juntos.