LA GRAN GENERACIÓN.
¿Quién dijo miedo?
Ayer tuve que salir a la calle.Un drama.Nieve sucia, basura acumulada, un frío siberiano que se me colaba entre el abrigo, los guantes y mi gorro cool estampado de leopardo. Compré el pan. Llevo una semana comiendo con pan de molde. Arranqué el coche que tenía alrededor en torno a 40 cm de nieve porque, al contrario del resto de la población no guardo una pala, ni bolsas para cadáveres ni máscaras de gas en el trastero.
Cuando salí de la panadería, dando saltitos entre el hielo acumulado en las aceras que se supone que deberíamos haber quitado los ciudadanos de a pie, veo de frente a un matrimonio mayor. Pero mayor mayor. Minímo 80. Paseando sobre la nieve, con su bastón su mascarilla, ella enhebrada al brazo de él. Pero ¡Por Dios! Mi mente entró en barrena:
¿No saben que estamos en pandemia?¿Es que no le tienen miedo a nada, a la nieve, al virus, a caerse, morirse, acatarrarse? Andan como las muñecas de famosa por la calle con su abriguito, su bufanda y su bastón como si fuese algo simple, y yo, voy abrigada hasta las orejas, sorteando trozos de hielo y gruñendo constantemente porque he tenido que salir.
En pleno ataque de malalechina no lo entendí. Hasta que me paré a pensar.
Resulta que, cuando te toca nacer en el 1975, no tienes ni puta idea de lo que ellos han pasado.Cuando nacieron allá por los años 30, nuestro país entró en guerra. Una guerra triste, larga que dejó (aunque las cifras bailan) más de medio millón de muertos, violencia, miedo, hambre, destrucción y enfermedad. Imagínate lo que era para un niño de aquellos años bajar al oír una sirena al resguardo del metro, donde había ya gente refugiada, como si fuera su hogar, familias sentadas en torno a un hornillo o un cacharro con algo de guiso. Termina la guerra en el 42, momento en el que en el mundo empieza la Segunda Guerra Mundial y España queda aislada y empobrecida.Más hambre. Más enfermedad, abandono y muerte
¿Los niños de entonces vivían la muerte como los de ahora? No lo creo. En el 45 Temina esa Guerra y le sucederán las de Korea y después Vietnam, que terminó más o menos cuando yo nací.
Yo, que no he conocido la vida con sirenas y cortes de luz. Yo, que no he tenido que atizar a un colchón para que la lana del interior no se apelmazara, ni he fregado de rodillas, ni he tenido que lavar a mano.Yo, que estoy escribiendo con un teclado y no pluma y tintero y he visto una cocina de carbón en alguna exposición.Mi vida es cómoda. Ahora solo tengo que mantenerme segura, siguiendo cuatro normas que serán duras, pero nada en comparación a lo que pasaron ellos.
Ellos son los valientes. Las varas de bambú a las que el viento no logró quebrar. Los que sobrevivieron y hay que proteger entre algodones porque son La Gran Generación, la que dió ejemplo y vida al dicho:
¿Quién dijo miedo?