LA OCUPA.

Llegó anoche, aprovechando el momento en que mi mente entra en un barbecho momentaneo tras agitarse durante las horas de luz como una auténtica centrifugadora. Pues bien, llegó. Deshizo su maleta, inmensa, ni que fuera la Piquer. Eligió un pijama de franela y se metió en la cama, en el templo de lo sagrado y comenzó a susurrar barbaridades.

Su sermón no tuvo el efecto deseado.Abrazada a la perfecta silueta del cuerpo de mi amor, soñé que estaba en el mar y las olas me bañaban.

Desperté con un año más y entonces, fui consciente de su ocupación.

Me levanté y la encontré en mi despacho.

Estaba sentada, leyendo mis libretas, riéndose, como ha hecho tantas veces con mis poemas hasta que yo los rompía y ella se iba satisfecha.

Hoy no.

— Recoge tus cosas y vete — le digo mirando al frente.

Sonríe y se envara.

— Sabes que esto no funciona así — contesta muy orgullosa y segura de sí misma — No me iré hasta que termine contigo.

— Esto es mi vida y tú no vas a dominarla más. Se acabó. Vete y no vuelvas.

No quiero gritar. Él duerme y no es su batalla.

— Me iré, pero bien sabes que voy a regresar.

Saco su maleta al descansillo, la empujo y cierro la puerta.

A la tristeza hay que tratarla así. Cuando viene a instalarse en tu vida, no la dejes que ocupe el espacio que le corresponde al amor, a la risa, a la lucha diaria por ser feliz.

Nada ni nadie va a devolverte a los que no están.Da igual si ya no eres tan joven, ni tan guapa, ni tu piel es tan tersa. Eres válida siempre y cuando renuncies a darle un espacio que no merece a la sombra.Porque, si le das una sola de tus noches, sacará de su maleta a la frustración, la autocompasión, los malos recuerdos y lo envolverá todo de ansiedad y oscuridad.

Preparo café y regreso a la cama.Respiro y me hago la dormida para que me despierte mi amor, a base de besos.Finjo una sonrisa hasta que yo misma me la creo.

Ahora sí.Buenos días y feliz cumpleaños.