LA VÍSPERA DE LA VÍSPERA

Victoria Fortún
3 min readDec 23, 2020

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Mónica nació la víspera de la víspera de Navidad. Sus padres decidieron que sería hija única y la criarían como a una princesa.

Hoy cumple 56. Cree que sus sueños de tul rosa se debieron perder en alguna mudanza o traspapelar entre los blocs de dibujo. Porque, poco a poco sus planes de niña se han ido diluyendo.

Su jefe decidió cerrar la autoescuela y se quedó en paro, a su padre le transplantaron un riñón y su madre ya con cierta edad, necesitaba de su ayuda.Había dejado de creer en el amor años atrás, por una mala experiencia, la peor. Estaban los tres solos, como la Santísima Trinidad o los tres cerditos o los tres intentos para lograr algo.

Los tres, decidieron alquilar el piso de Madrid y asentarse más tranquilos en Guardamar.

Mónica pensó que podría encontrar algún trabajo, aunque fueran unas horas. Encontró uno 24/7: ser hija y cuidadora. Días de paseos cortos, aseo corporal, limpieza del hogar, comida y noches de imaginaria con visita al señor Roca.

La víspera de la víspera agradece tener a sus viejitos.Ya ni siquiera siente rencor hacia los que llamarán al día siguiente para felicitar las fiestas sin haber preguntado por ellos el resto del año. Lo toma con humor.

Manuel y Elisa adoran a Mónica. Pero para Manuel es especial. Su luz, su confesora, su niña. A pesar de los 56, sí, su niña. Los ojos de Mónica dejaron de chispear cuando un cretino rompió su corazón. Y a eso se unió todo lo demás. Su enfermedad, su operación.

La víspera de la víspera, el día de su cumpleaños, llaman al timbre. Es un mensajero con un enorme ramo de rosas rojas. Mónica las recoge, asombrada.Sus padres están en el salón, desayunando y escuchando atentamente alguna chorrada de Telecinco.

Se asoma desde la puerta:

— ¿Habeís sido vosotros?

Su madre mira sorprendida. Su padre se encoje de hombros.

— No — responde.

Mónica se arregla.

— Voy a salir un rato.

Entonces sonríe. No hay muchas posibilidades:

Juan, el panadero.

— Dame dos baguettes y medio kilo de pasteles.

— ¿Celebras algo?¿te ha tocado la lotería? — pregunta amable y sonriente.

— Es mi cumpleaños.

— ¡Felicidades! Te sientan bien los 35.

Ella ríe a carcajadas. Se pregunta si es él, que tiene su edad, está separado y le encantan sus ojos verdes.

Después soñará que pueda ser el encargado del supermercado, el cajero del banco, el lotero…

Llega a casa cargada de bolsas, como siempre y con tanta ilusión que se le desborda por los ojos.

Comen los tres juntos. Toman café. Descafeinado, claro. Un pastel cada uno, que ellos no pueden con la diabetes.

Cuando los mayores se van a dormir la siesta, ella se queda con sus rosas, sus ilusiones y sus cavilaciones.Le encanta resolver misterios.

— Eres un tramposo, Manuel — le dice su madre a su padre.

— No sé de qué me estás hablando Eli.

— Te hablo de que Mónica ya es mayor para creer en los cuentos de hadas, en Papá Noél y en los admiradores secretos.

— Estás vieja Elisa.

Ella le mira enfadada.

— ¿Y tú qué?

— Yo no. Yo sigo teniendo ilusión.

Se da la vuelta y, antes de dormirse recuerda de nuevo la luz en la mirada de su niña, que nació la víspera de la víspera de Navidad.

Para la Mónica de mi cuento y sus ilusiones perdidas.

Feliz No Navidad, compañera Grinch.

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Written by Victoria Fortún

Me gusta contarme historias y por eso las escribo. Mi cerebro bulle . Estornudo letras. Invento ficción para no morir de un cólico de realidad.

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