Victoria Fortún
2 min readMar 2, 2021

LAS AVENTURAS DE UNA PROFE PARTICULAR DE INGLÉS QUE VIVÍA LA VIDA SOBRE PATINES.

En lo laboral la vida me lo ha puesto fácil y difícil. Fácil, porque a los 24 años encontré un trabajo de verano que se convirtió en estacional y me encantó: de julio a septiembre. Después aprobé un examen para poder ejercer esa labor durante seis meses al año. Diecinueve años después conseguí una plaza fija.

La pregunta es: ¿Puede alguien vivir y desarrollarse con un trabajo a tiempo parcial?

Malamente, que diría Rosalía.

Sin embargo, siempre he tenido ganas, actitud y resistencia a que me mantengan.

Eso me llevó a dar clases particulares de inglés de octubre a junio.Lamentablemente, había meses en los que mis dos tareas se solapaban. Eso provocaba en mí un nivel de estrés muuy elevado, porque las clases señores míos, hay que prepararlas y los tuppers y uniformidades de los trabajos y hay que procurar aparecer por casa de los padres y una serie de tareas que si yo no tengo, me busco o me encuentran.

En fin. He tenido alumnos maravillos que me han enseñado mucho más que yo a ellos sobre todo de mis capacidades ( a veces de aguante, porque mi Pablete era un experto en sacarme de quicio y mi Lucas un poco trilero).

Una de las mamás, me pagaba bastantes clases por adelantado. Sabiendo que una de las tardes tenía que pasar a comprar huevos al super, guardé los 200 euros que me dió en el sujetador.

Vivir como si fuera en patines, hacía que me despistase mucho y tenía terror a perder el monedero y esos billetes. Ese dinerito era para ahorrarlo para mí correspondiente parte de las hipotecas de los meses de secano.

Pues bien.

Terminé la clase con Max, impartí la de Marta y llegué al super para comprar los huevos y el “ya que estoy aquí” metí todo en el coche y busqué aparcamiento. Subí la compra y logré colocar todo, antes de hacer la cena. Ni siquiera me cambié hasta que todo estaba encauzado.

Entonces noté un dolor en la tetilla izquierda.

Me fui al baño para desnudarme, ducharme y ponerme el chandal de estar en casa.

Así fue cómo descubrí a los culpables de mi dolorcillo. Los billetes de 50 espachurrados contra mi pobre lolita, dominguita.

Si es que trabajar tanto no es bueno. Pero la risa me sigue dando ahora, años después, y sigo recordando a mis niños y lo mucho que me resistía para no montarles un espectáculo de luz y sonido. Una es profesional aunque vaya siempre corriendo.

Victoria Fortún
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Written by Victoria Fortún

Me gusta contarme historias y por eso las escribo. Mi cerebro bulle . Estornudo letras. Invento ficción para no morir de un cólico de realidad.

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