LAS UÑAS DE LA AMPARITO y MI COMPAÑERO DE ESCAI AZUL
Llevo creo que tres días sin escribir aquí, en este hogar alternativo.Es una oportunidad para los que se ponen al día leyendo cinco o seis textos durante el fin de semana. Gracias a ellos y perdón a los que entran al grupo a diario. Sigo de acompañante en el hospital.No he dejado de pensar. Más de la cuenta aún.Mi madre se deprime de vez en cuando y yo saco de mi chistera de maga aprendiza un comentario de humor sobre cualquier cosa, como por ejemplo, la enfermera de la segunda noche que era muy intensa y se llamaba igual que una peluquera a la que iba mi abuela, “ La Amparito” que tenía el pelo rubio platino y escaso y lo mejor, unas uñas que ríete de las de Rosalía y las pasaba por el cuero cabelludo al lavarte la cabeza y querías salir de allí. Tenían algo más en común: la sobrevaloración, su peluquería siempre estaba llena.
Al menos me ha tocado estar confinada pero con redes sociales. Confieso que me he sentido acompañada y querida. A veces he hiperventilado porque hay personas que querían detalles, mientras ella trataba de moverse, beber sola, se quitaba sin querer la vía… O entraba un enfermero, una auxiliar para cambiar las sábanas, el desayuno, la cena. No os hacéis una idea de lo que absorbe esto.Necesito mi rutina. Mi café, a mis compañeros de trabajo y ya no os cuento mi casa.El sillón torturador y yo no hemos llegado a tener una relación ni siquiera cercana.Si duermo del lado derecho me duele la cadera, como en casa. Si duermo del izquierdo, lanzo un brazo, pero el cuerpo calentito de mi amor no está.Confieso que soy tan moñas que se me han escapado unas lágrimitas.
Lo principal ahora es ella. Lo secundario es muy pequeño pero esencial para mí, que no creo que sea invisible a los ojos ni a ninguno de los sentidos.Supongo que, al conformarme con lo que he tenido en cada momento, ese poquito me llena.
Encima llueve. Ni luz entra por la ventana a las casi nueve.
Hoy lunes todo es casi. Casi estamos de alta ( así llevamos días). Casi en casa. Casi cansadas.
He evitado ir a hospitales hasta cuando era necesario estar acompañando al cuidador más que al enfermo que igual ni se enteraba nada más que del amor de los suyos. Ahora pienso que igual este es mi karma y me siento mal dos veces por entonces y por ahora. Aunque soy especialista en sentir culpa.
Casi estamos libres. Casi me podré despedir de mi compañero de escai azul y casi le olvidaré como al dolor que provocaban las uñas de Amparito mientras lavaba mi pelo y agitaba mis sueños. Casi todo esto será fuente de inspiración. Aunque el dolor se quedará un tiempo.