LUNA Y SUS CIEN PARES DE ZAPATOS.

Puede que tenga un vacío que llenar, que todos lo tengamos y mi manera de hacerlo sea coleccionar zapatitos.Calzo un número 37. Decir zapatos les ofende.

Reconozco que perdí mi juventud demasiado pronto. A Elián le pasa lo mismo. Pero él esconde sus carencias en el orden y la corrección.

No sé que voy a hacer sin él. Bueno, haré lo mismo pero de un modo menos perfecto. Brillaré pero mi blancura no será total. Habrá en mi blusa blanca alguna manchita negra. Nada es 100% perfecto, ni siquiera mi amor y entrega, aunque nunca tuvo condiciones.

Conduzco una furgoneta que alquilé para cargar todas mis pertenencias. No eran tantas. Zapatos, libros, modelitos variopintos y rotuladores en mil tonos posibles.

Trato de prestar casi toda mi atención a la conducción, cuando encuentro un coche de alta gama sin una mota de polvo cruzado en la carretera. Su coche, de un negro negrísimo que curiosamente casi deslumbra.

Paro y me bajo.

— Quita el coche— le ordeno.

— No.

— Elián ¿ Qué quieres de mí? — grito furiosa.

— Tu perdón y que vuelvas a casa.

— No.

— ¿ Por qué? — pregunta con esa voz de radio que me vuelve loca y la mirada fija en mis labios.

— Porque no soy buena para tí.

— Te equivocas.

— Necesitas orden—digo recordando sus propias palabras.

— Mentira. Necesito tu música, tus colores, tu alegría, tu amor y todas tus cosas.Ahora lo sé.

— Sabes que nunca maduraré del todo¿ Verdad? — quiero dejar claro.

— Anhelo tu sonrisa, tus abrazos y ataques de risa o llanto sin razón.

Me toma la mano y me acerca a su cuerpo para abrazarme.

No puedo resistirme. Lloro y le escucho respirar hondo en el cobijo de nuestro círculo.

— Eres mi complemento perfecto. Sé que somos opuestos. Pero quiero que sigamos juntos.

Y sé que tiene razón. Qué será una mancha negra en mi fondo blanco y yo la tiza que ensucia su pizarra más oscura en la que escribiré: Te amo.

Dedicado a mi gran amor, el que tolera mis locuras y a mis 100 pares de zapatitos.