ME GUSTA CUANDO DESPIERTAS PORQUE ESTÁS LUCHANDO POR TUS SUEÑOS.
Dedicado a mis “Maléficas” y a tod@s los que un día despertamos.
Lola era la secretaria del dirección de un importante CEO que dirigía varias compañías especializadas en marketing y publicidad. Hacía años, eso sí, que ya no sentía la pasión del principio.No laboralmente.Tampoco en su vida matrimonial.Pero eso es otra historia.
Una noche, mientras reconfortaba a su hija menor, después de una pesadilla, una idea la poseyó.
«¿Y si vuelvo a escribir?»
«¿Qué tal si me regalo a mí misma ese entusiasmo que me llenaba, cuando era joven y me contaba historias a mí misma?»
«¿Y si…?»
Y así, soñando despierta, se fraguó lo que sería su primera novela erótica.
Cometió errores.
El primero compartir los primeros capítulos con personas que no estaban preparadas: Su marido, que se escandalizó y secretamente se asustó del potencial imaginativo de su mujercita.Su compañera de trabajo, que metió la pata y comentó algo delante de uno de los socios, quien interpretó, que escribir algo erótico significa que pides guerra o te mueres porque te empotren contra la pared de un lavabo de la oficina.
Fue un poco angustioso. Hasta que, una mañana, volviendo a casa en el metro, empezó a divagar.
«A lo mejor la verdadera vida es la que vivimos llevando a cabo nuestros sueños.Debería serlo.Puede que si hubiera decidido lanzarme a cuando tenía 20 años, ahora tal vez pudiera vivir de mis libros. Me enamoré, nos casamos y teníamos muchas cosas que pagar… Renuncié»
«El poeta decía “Me gusta cuando duermes porque estás como ausente”.Puede que sea cuando estamos despiertos cuando estemos lejos, destraídos de lo realmente importante: soñar, pero activamente.Luchar por lo que nos hace sonreír.Imaginar que lo logramos.»
«Que sí.Que mis hijas necesitan nuevos videojuegos, libros, clases de ballet.Pero pueden tener una madre a la que le brillen los ojos y sonría porque lo que hace la llena completamente.»
— Lola, espabila coño, que parece que estás en las nubes — le recordó su superior.
Pero no. Nunca estuvo más despierta que ese día, en el que decidió ser y no solo estar.Crear y no solo criar.Vibrar y no precisamente gracias a un aparatito sexual, sino a su cerebro.
Fue un día de marzo cuando sus “Y sis” se convirtieron en
“por supuesto que sí”.
Su jefe la recibió y escuchó sus argumentos.Le impresionó tanto, que decidió colaborar con ella.
— Sigue viniendo a trabajar.Cada día dedicarás dos horas exclusivamente a escribir.Nadie te molestará.Una vez al mes, me entregas lo que has escrito y vemos si merece la pena.
Lola se quedó muy impactada.
— ¿Por qué está haciendo esto? — quiso saber.
— Porque llevo veinte años lamentando no haberte pedido salir — confesó él.
Ella se sorprendió.
— Perdí un tren, Lola. Pero tú no vas a dejar pasar esto.Te lo debo.He sido un engreído y un idiota contigo.Probemos.Si no me gusta arreglaré tu despido.
Ella asintió y salió de allí pisando fuerte, despierta y cerca de alcanzar sus ilusiones.
Seis meses después Lola Roiz firmaba ejemplares en varias ferias del libro.