MI GRAN NOCHE

Cuando era jovencita la Nochevieja era mi gran noche ( ya veis, como Raphael). Elegía un vestido bonito. Me alistaba el pelo, me maquillaba y salía a bailar con mis amigas.

Era genial.

Esa noche me obligaba a contar con los que estaban y no con los que habitaban en las estrellas.

Hacía la promesa de ser valiente y lanzarme a escribir una buena historia.

La de los 23 años provoqué coincidir con el chico que me gustaba. Pero él siguió su camino. Me dolió claro. Después de unos cuantos bailes con mi prima…ya ni me acordé, era mi noche mágica.

La de hace 21 años, sin embargo, esa fue tan especial que tengo hasta una foto de ella. Apenas llevábamos saliendo cuatro meses. Vino unas horas a bailar conmigo, después, entraba a trabajar.

De nuevo me vestí de fiesta, esta vez con un vestido de cuando mi madre era joven. Se acercó, me tomó por la cintura y me besó.

—¡ Eres lo más bonito que he visto nunca! — dijo.

Y le creí.

Y desde entonces, cada Nochevieja me da la mano y un beso y a mí me encanta la mujer que veo reflejada en su mirada.

Ya no soy tan bonita por fuera, lo sé. Pero me siento completa y no necesito su aprobación, aunque la tengo y su paciencia y su ayuda y su amor, y tantas cosas…

Pasado mañana volveremos a bailar juntos. En el salón de casa. Solos. Estrenando año y recordando aquella primera Nochevieja.

Ojalá sean muchas. Hasta que la artrosis no nos permita bailar,pero de nuestra boca salgan deseos de Año Nuevo y nuestras pieles arrugaditas sigan creando caricias nuevas.