Mi primera novela.
Llevo inventando historias desde que era muy pequeña. Supongo que parte por huir de la realidad, y también por pura rutina. Desde los ocho a los diez, con mi letruja de entonces, inventaba que animales de colores imposibles salvaban el bosque en el que vivían. Luego fui usando al mundo de los humanos, si es que podemos llamarnos así.
Mi modus operandi varía de modo caprichoso.
Me subo en el metro y miro a la gente. Decido quién es un psicópata (hay muchos más de los que imaginamos), cuál es la historia del señor que pide una ayuda, qué lleva en la maleta el joven que va sentado a mi lado.
No creo que nunca haya acertado. Pero me divierte.
En un momento dado, sin que tenga que haber una razón, mi cerebro compone un argumento y me va regalando escenas de modo desordenado y a horas intempestivas. Me levanto a veces a las cinco de la madrugada, grabo una nota de audio y regreso a la cama con los pies y el culo congelado buscando en cobijo de mi amor, que me regaña entre sueños.
Fui, soy y seré feliz cuando escribo. Es parte de mí.
El 6 de octubre tuve la osadía de autopublicar mi primera novela.
Género romántico, siempre.
No sé escribir otra cosa y, de momento me enloquece.
Ha sido cómo tirarme en paracaídas. No sé nada de maquetación. He pedido ayuda a algunos amigos y aún así hay que rectificar algunas cosas.
Pero lo más importante suele pasar desapercibido.
He logrado realizar mi sueño. Me siento escritora. Novel, mejorable, principiante. Sí. Todo eso y mucho más, pero escritora.
«Cómo endulzar el corazón de un ogro» me está dando muchas alegrías.
He tenido que hacer un descanso para coger fuerzas y asumir las críticas. Aquí está la señora Fortún para agradecer que se invierta tiempo en la lectura y mejorar.
Las noches antes de la publicación éramos tres en la cama. Mi marido, yo y un personaje al que la tercera noche mi amor bautizó como MIRAKESI. Dijo que tenía nombre de japonés. Mi corazón revolucionado. Mi mente intentando sabotearme. Una voz repitiendo constantemente «mira que si te pones en ridículo», «mira que si te expones y se ríen de ti», «mira que si…» combinaciones infinitas.
Pero ningún MIRAKESI va a sustituir a doña ilusión, don reto superado y a la señora Fortún trabajando en la renovación de este proyecto y muchos otros.
Aprovecho esta entrada para agradecer a todo el mundo el interés por mi persona, mi ilusión y mis proyectos.
Ad maiora
Victoria Fortún