Victoria Fortún
2 min readNov 14, 2020

NO PUEDO RESPIRAR.

El verano de mis 6 años sufrí por primera vez esa sensación. Estábamos en la playa. Jugábamos a salpicarnos con agua y se me ocurrió la brillante idea de coger arena del fondo y tirársela a mi hermano. Primero se quedó sorprendido. Después resopló y en tres segundos se acercó a mí y empezó a hundirme una y otra vez bajo el agua. Dejaba que cogiera aire y me hacía otra aguadilla. La historia no acabó mal. Supongo que él con una regañina. Yo sigo viva.

Aquella situación hoy en día me hace más fuerte. Cuando me posee el monstruo de la ansiedad, cuando me falta el aire y abro la boca como un pájaro sediento o un pez dando sus últimos coletazos. Me acuerdo de que pude tomar aire.

Si algún día te visita el monstruo, respira. No se muere de esto. Respira muuuy despacio. Prueba a llenar una bolsa de papel. Canta mentalmente.

No dejes que te hunda dos veces.

Imagínate nadando libre, cruzando las fronteras del país de la frustración.

Este verano nadé en alta mar. Me lancé desde el barco Don Pancho, el barco de mi amigo Andrés. Él cree que me llevó lejos de la costa. Pero no fue así. Me llevó lejos del miedo a ahogarme y a encontrar mi libertad. Me sumergí de un salto, con más miedo a no poder salir del fondo que vergüenza a enseñar las lorzas que adornan mi cuerpo serrano y, ¿ Sabéis que?

Salí a la superficie y tomé aire, y lloré de emoción.

Toma aire.

Supérate.

Respira.

Tú manejas el timón. Aunque la mente te diga:

« No puedo respirar».

Victoria Fortún
Victoria Fortún

Written by Victoria Fortún

Me gusta contarme historias y por eso las escribo. Mi cerebro bulle . Estornudo letras. Invento ficción para no morir de un cólico de realidad.

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