#Reto 13: Magia

Victoria Fortún
2 min readApr 29, 2021

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Cómo parar el tiempo.

Por sus venas corría magia. Su tatarabuelo: Max el grande. Su abuelo: Tony Black y, mucho más cerca, pero aún mejor en todo, su Padre: Lando Blue. George Red, nunca se planteó ser otra cosa. Solo aprender y superar a sus antepasados en éxito. Se empapó del manejo de las cartas. Creó historias imposibles para entretener al público y usó la tecnología accesible al 2020 para actualizar ciertos trucos y darles chispa, eso que hiciera que el público exclamara: “Ohhhh”.

Un día su padre se emocionó al verle en la revista Forbes: “El niño mimado de la magia” decían.

Las localidades de los teatros se agotaban a los pocos minutos de salir a la venta. Le contrataban para fiestas privadas en todas partes del mundo. A veces, se despertaba y tenía que hacer memoria para saber en qué lugar amanecía, porque el Champagne caro también emborracha.

Su padre le había avisado años atrás: “Algún día tendrás que renunciar a la fama y al dinero para sentar la cabeza”

Él, sin embargo, lo tenía muy claro: no iba a permitirse el lujo de distraerse. No.

Fue en un hotel de Barcelona. La mañana del último día del año. George debía actuar esa noche. Invitados selectos disfrutarían de la función, para después cenar y tomar las uvas, recibiendo al año nuevo.

Pero aún quedaban horas.

No esperaba que hubiera tanta gente en el hall. Su ego le hizo creer que eran sus admiradores. Pero no. Había un poco de todo. Niñas adolescentes y los que podrían ser sus padres y madres, señoras mayores, abuelos con garrota. Todos hacían fila, libro en mano para que su escritora favorita les firmase un ejemplar de su última novela de amor.

Se asomó curioso. Le hipnotizaron sus movimientos. Nada estudiados ni ensayados como los de sus trucos. Su sonrisa era serena y profunda al mismo tiempo. Observó su cuerpo, lleno de curvas muy bien situadas. Compró un libro y esperó la fila siendo reconocido y a su vez firmando algunos autógrafos. Cuando su turno llegó, decidió que, quería aprender a parar el tiempo, porque, el perfume de su pelo y el brillo de sus ojos pardos, le habían embrujado. Se levantó de mala gana cuando el siguiente de la fila protestó.

Chasqueó la lengua y se retiró para almorzar.

Unas horas después, la vida le concedió su deseo: una tormenta dejó a toda la ciudad sin luz. Él, y la escritora de ojos seductores habían coincidido en el mismo ascensor. Allí pasaron la noche, se hicieron el amor y se cambiaron la vida.

Fue en ese lugar. Parando el tiempo, donde El Mago George Red, conoció la verdadera magia y a quien la practicaba: una hechicera que escribía historias sobre aquello que él se había prohibido practicar:la entrega del corazón.

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Written by Victoria Fortún

Me gusta contarme historias y por eso las escribo. Mi cerebro bulle . Estornudo letras. Invento ficción para no morir de un cólico de realidad.

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