SÚBITA.
Me gustan las películas de superhéroes y superheroínas. De canija me acostaba soñando con ser uno de ellos y ya no te cuento una de ellas. Últimamente me obsesiona resolver los problemas de la gente de mi alrededor y creo que es así, como de mi lavadora mental a las cinco de la madrugada di a luz a Súbita.
Mis padres adoptivos me llaman Susie. Ellos han sido mis ángeles. Creen que no me acuerdo de nada de lo que sucedió antes de mis cuatro años, cuando me llevaron a casa desde el orfanato que había junto a la estación del norte. He crecido como Susie pero sé que soy hija de un genio, que aprendió a parar el tiempo, y de su ayudante, una hermosa mujer de ojos violetas cuya mirada, rescato del espejo cada mañana.Tenían una relojería que servía de laboratorio. Alguien la incendió. Ellos me llamaron Súbita.
He tenido una buena infancia y una adolescencia más o menos tranquila, si tenemos en cuenta mi obsesión por los relojes, el paso del tiempo, que soy hiperactiva y según mi terapeúta altamente sensible.
Estudié lengua y literatura y encuentro la felicidad en leer y escribir. Nada me llena tanto. Supongo que, como nunca he estado enamorada de verdad, los libros, al contrario que los hombres nunca me decepcionan.
En los últimos tres meses mi vida se ha revolucionado.
Una tarde, mientras mi gata tricolor y bipolar jugaba a mordisquear una de mis libretas, la regañé al tiempo que leía la inscripción de mi pulsera ( lo único que tenía de mis orígenes): “tempora tempore tempra".
Para mi asombro mi gatita se quedó paralizada durante 15 segundos. Me sorprendí. No podía creerlo hasta que la use como conejillo de indias unas cuantas veces más.
La vida en el trabajo empezó a ser muy complicada. Camila me había contratado tres años antes. Juntas habíamos conseguido que su agencia de publicidad remontase y se modernizara. Camila me había enseñado mucho y me cuidaba como una hija. Ella y su marido Jonás no tenían descendencia pero sí un sobrino malcriado que vive de las rentas de haber quedado quinto en un talent show. Entró en la empresa como su fuera el dueño, mandando y autovendiéndose con sonrisas y un físico que hace 10 años no debía estar mal pero ahora resulta cutre.
Romeo( menudo nombrecito ¿eh?) ha ido ganándose un sitio boicoteándome en las reuniones, sembrando comentarios sobre mí entre la plantilla e incluso contándole a su tía que su despacho olia a marihuana porque yo había fumado allí.
¡Yo no fumo!
El miércoles la editora a la que había presentado mi novela me contestó: estaba dentro. En tres días firmé el contrato. Fue cuando decidí que Súbita debía actuar.
Preparé mi carta de renuncia. La llevé a recursos humanos y pedí que esperasen una hora antes de entregársela a Camila con la excusa de recoger mis cosas.
Me dirigí al despacho de Romeo. Lo encontré entre la niebla esparcida de su porro.
— Hola Susie ¿A que vienes?
— Vengo a despedirme. Tu tía se creyó que era yo la que fumaba. Sigue decepcionada conmigo.
— Es mejor que te rindas. La sangre tira. Aquí no tienes nada que hacer.
— Lo sé— dije— te deseo mucha suerte.
A continuación repetí:”tempora tempore tempra" y, durante esos segundos encendí tres canutos más, pinté su cara como un Joker y dejé su camisa por fuera y su micropene al descubierto. Conecté su equipo de música y subí a tope el volumen.
Al salir, dejé su despacho abierto y me marché con los pocos enseres que guardaba en los cajones de mi mesa y muchos recuerdos en la memoria.
No he sabido nada de ellos. Solo que Camila le obligó a acudir a terapia para desintoxicarse y tengo varios mensajes pidiéndome que vuelva.
Yo ya estoy preparando mi futuro.
Cuento los días y, no voy a mentirte, sé hasta los segundos que faltan para que conozcas mi novela.
Ya sabes, tempus Fugit.
Me llaman Susie García, pero soy Súbita.