TEQUILA, CANELA Y NARANJA.
¿Dónde puede encontrarse el amor?
Yo diría que en cualquier sitio. Pero claro. Soy muy una romántica empedernida y lo encontré ni más ni menos que en un palacio. El amor no es algo que podamos comprar al peso en internet. Viene y te sorprende, cuando menos te lo esperas.
Natalie necesitaba un trago. No era muy de botellones. Ni pizca de gracia le hacía llenarse la tripa de Coca-cola mezclada con whisky marca blanca y tanto hielo que congelaba desde el intestino a los dedos de los pies.
Pero esa tarde era para emborracharse. Rápido. Sin piedad. Había perdido su trabajo. No era gran cosa. Era dependienta en una perfumería viernes tarde y sábados completos. Con los 350€ y 45 que sacaba de vender el probador de perfume que le regalaba la empresa, pagaba su carrera: filología inglesa.
No contaba con que el encargado la encerrase en el almacén e intentase sobarla. Tampoco que su reacción fuese patearle y echarle por encima dos botellas de lejía.
🤦
Adiós a los libros que necesitaba para el segundo cuatrimestre.Hola, fotocopias de mierda.
Tomó su bolso. Bolsazo. Tipo Doraemon. Se largó nerviosa. A toda leche.Temblando.
Antes de entrar al metro llamó a su mejor amiga.
— Nati, no puedo hablar. Estoy con Pablo.
« Puto Pablo» pensó.
Pablo quería a Lola solo para él. No había amigas mientras quedaban. Nada de interrupciones aunque acabase de pasar por un momento de mierda.
«Pues nada»
«Tómalo con calma»
Pero la calma no acallaría su rabia.
Hacía años de la última borrachera mítica que había cogido.
Mítica por todo. La compañía, su pandilla de Benidorm. El momento, recién aprobada la selectividad, verano y…La mezcla: Tequila, canela y rodajas de naranja.
Bajó del metro en la estación de Madrid Río. Entró en el centro comercial.
«Demasiado arreglada» pensó al verse reflejada en un escaparate. Según las normas de la perfumería, debía vestir de negro. Falda tipo lápiz, camisa entallada negra y sus taconazos de infarto que había sacado de su bolso retirando los del trabajo,más bajitos. Volvió a ser ella. Claro que sí.
Decidida a entrar en el Supermercado, un Alcampo, se dirigió a la zona de los carritos y las cestas con ruedas. Allí se encontró a un niño llorando desconsoladamente.
— Hola— saludó Nat poniéndose más o menos a la altura
del pequeño—¿ Te has perdido?
El niño asintió.
— Yo también— dijo ella pensando en alto.
El niño, morenito y con cara de pillo sonrío.
Natalie vio entonces un carrito pequeño. Uno de esos que llevan los niños imitando a sus padres.
— ¡ Mira! ¿ No es genial? — preguntó
— No me gusta hacer la compra.
— ¿ No? A mí me encanta.
Oye, ¿ Cómo te llamas?
Yo soy Natalie.
— Rubén— dijo el enano limpiándose la cara con la manga de la camisa.
— Cuando yo era pequeña mi padre me metía en el carrito.Me encantaba.
Estaba a punto de seguir contando sus batallitas infantiles, cuando la carita de Rubén se iluminó, paso corriendo delante de Natalie empujándola para abrazar a su madre. En ese movimiento lleno de emoción, Natalie tropezó cayendo de espaldas y aterrizó con el trasero dentro del carrito infantil.
Intentó incorporarse.
Una vez.
Dos.
Pero su culo estaba encajado.
Mando un mensaje mental al Universo algo así como : « te odio, hijo de puta» y también: « ¿ Puede ponerse peor la tarde?»
Entonces una voz le dijo:
— Señorita ¿ No es ya muy mayor para jugar con esos carros?
Cuando levantó la vista vio a un vigilante de seguridad. Era el hermano gemelo de Miguel Ángel Silvestre y estaba realmente cabreado.
— Vamos. Levántese— dijo.
— Eso quisiera yo,chato.
De repente Natalie rompió a reír y después a llorar y el vigilante se quedó a cuadros.
Tardó 45 minutos en desencajar su pandero del juguetito.
Compró su brebaje y, cuando llegó al metro …¿ Con quién se encontró en el andén?
Con el gemelo de su actor favorito.
Tequila,canela rodaja de naranja. Tequila, canela, naranja, besos, sexo quedadas.
Años después seguían riéndose.
Al final, el Universo es un cachondo mental.